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Por Soledad González. Trabajadora social. Profesora. Actualmente miembro de equipos distritales interdisciplinarios de la dirección de psicología comunitaria y pedagogía social (COF-EDI). Florencio Varela.
La filosofía de la humanidad se distingue de una filosofía del hombre por su insistencia en el hecho de que no es un hombre, hablándose a sí mismo en diálogo solitario, sino los hombres hablándose y comunicándose entre sí, los que habitan la tierra.
Hannah Arendt
En estos días de cuarentena y comunicación virtual, en uno de esos debates “filosóficos” que suelo tener con una amiga, me preguntó -¿quién fue ese profesor /a que te marcó y por qué? Más allá de acordarme con cierta dificultad del nombre, el cual resulto ser como el de mi mamá (todxs en este momento estamos imaginando a Freud, ¿verdad?) Me quedé pensando ¿en el porqué, en el qué me enseñó y en el que me dejó? Porque hay maestros y experiencias que calan hondo, que dejan aprendizaje por lo vivido y, de alguna manera, el espíritu del trabajo social está ligado a ello, implica transformar y transformarse… este interrogante sumado con la invitación a escribir para esta revista digital me motivaron a retomar algunas lecturas que no solo piensan al trabajo social en esa línea, sino que también sienten a la práctica del mismo como una oportunidad para que suceda algo distinto. Desde este lugar arrancó esta reflexión “socialmente cuarentenoza” que quiero compartir/construir con Uds.
Desde esa perspectiva, Elí Evangelista Martínez dice del trabajo social lo siguiente: “el mundo del presente es complejo, plural, inestable, cambiante y poco controlable. Es por eso que desde los espacios globales y locales visualizamos fenómenos, problemas y necesidades sociales que día a día se transforman, redimensionan, redefinen y, por ello, uno de los retos sustantivos y de las prioridades históricas en nuestras sociedades modernas es la posibilidad de construir innovadoras y novedosas respuestas para mejorar las condiciones sociales de los sectores mayoritarios de la población. A partir de ese escenario, podemos ubicar al trabajo social como una de las profesiones de mayor relevancia en estos momentos históricos, ya que es un quehacer cuyo objetivo esencial es promover y construir respuestas sociales necesarias para transformar positivamente las nuevas y viejas formas en que se presentan las necesidades, problemas y demandas sociales.”
El trabajo social es una filosofía, es investigación-acción y es un indispensable para transformar aquellos problemas situados/sentidos por determinados grupos de actores sociales. Los trabajadores sociales somos clave, somos esos pequeños eslabones que enlazan, formamos parte de una larga cadena de esperanza en este y otros momentos, momentos que no debemos dejar de leerlo desde un plano histórico, en una América Latina desigual, maltratada y abatida. En medio de este escenario se presenta este virus social.
Por otro lado, Alfredo Carballeda, hace mención que […] “la relación entre la denominada globalización y la vida cotidiana trae como consecuencia una serie de nuevos problemas que se transforman en interrogantes para la intervención” y es entonces, cuando me pregunto ¿cuál es el rol del trabajo social en este contexto, en esta “nueva vida cotidiana”? El trabajo social es aquello necesario, es aquella mirada elemental frente a la enfermedad, pero, no hablamos solamente desde el plano sanitario o médico, hablamos de una enfermedad que traspasa esos parámetros y que viene a poner en tensión unas cuantas cosas, y que nos interroga sobre otras tantas, pero, ¿por qué el trabajo social es una de las disciplinas ineludibles a la hora de pensar e intervenir en el actual escenario?
Somos los trabajadores sociales, y no azarosamente, los que estamos en el territorio; los T.S. De Salud, los de Justicia, los de Educación y de muchos otros ámbitos necesarios para sostener, cuidar y acompañar; esto ocurre porque se ha modificado, ni más ni menos, que la cotidianeidad, esa cotidianidad que es insumo fundamental de nuestra práctica y ello nos desafía a intervenir desde una nueva forma de ser y estar, reconfigurando la rutina, como también lo han hecho los problemas sociales, los cuales toman otras vetas de acuerdo al contexto y a las condiciones desfavorables o no de las personas/comunidad. Un claro ejemplo de esto es el número de contagiados en algunos barrios (villas) de C.A.B.A. y del conurbano (detalle para nada menor). Deteniéndome en la importancia y necesidad del trabajo social en este marco, considero que es inevitable repensar y recrear la intervención, porque si no tensionamos y ponemos en duda las acciones actuales y contextuales corremos el riesgo de hacer una lectura y práctica alejada de la demanda actual…entonces cabe preguntarnos acerca de: ¿cuál sería el objetivo que hoy se presenta ante los profesionales del trabajo social? Si tenemos en cuenta que el trabajo social en este contexto es fundamental por el diálogo que genera con otras disciplinas (¡he aquí el famoso trabajo interdisciplinario!), es necesario para delinear la tarea: acompañar, estar y hacer juntos en un momento de conmoción e incertidumbre. Estoa su vez, nos desafía, y nos invita a reflexionar el valor de esta amorosa y querida profesión que se sostiene y tiene razón de ser por y para los otros y es, justamente allí, donde hoy tiene un lugar protagónico, motivando y fortaleciendo lo colectivo, lo comunitario. Es en el merendero del barrio, en el comedor comunitario, en el centro de salud, en la escuela y en todos aquellos lugares donde sea necesario reforzar los lazos que van a sostener e incluir; es precisamente allí donde el trabajo social debe estar presente. Para esto será primordial percibir, comprender y empatizar con el dolor, la desesperanza, la soledad, el desconcierto y también con el amor de los otrxs… esos otrxs que tenemos que cuidar para también cuidarnos.
Somos los irrenunciables de Larrosa, somos el anti destino de Violeta Núñez, pero somos más que eso, somos todos y somos la posibilidad real -hasta desde la virtualidad impuesta- de aprender en el paso a paso los puntos nuevos de un tejido que , es tierra fértil de esperanza fortalecida en la experiencia siempre enriquecedora de lo vivido con otrxs, de lo compartido, de lo soñado, de, lo luchado, de lo conseguido, de lo mucho que juntos hemos podido, y de lo que sabemos que más podremos por todos para todos , entre todos, con todos….por un mundo nuevo , deconstruido y modificado pero sin perder/nos desde la esencia humana… aquello que podría llevarnos horas describir, pero que resumidamente podemos llamarle: nada menos y de nuevo …lo social! He aquí nuestro infinito e inacabable trabajo conjunto.
Dicen por ahí que las cosas suceden por alguna razón, no siempre tan visible y tangible, pero quizá el interrogante de mi amiga y la invitación de Viviana me sirvió para poder estar aquí, con ustedes compartiendo y resignificando esta profesión que da posibilidades, que incluye y que construye nuevos horizontes allí donde la necesidad nos permite estar… un fuerte abrazo virtual cargado de la calidez que tanto bien nos hace.
Bibliografía:
- Arendt, Hannah. La condición humana. 1958.
- Carballeda, Alfredo. Revista margen. Abril de 2020.
- Carballeda, Alfredo. La intervención en lo social. 2002.
- Evangelista Elí. Historia del trabajo social en México. 2002.