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Científicos del CONICET participaron del 1er. Congreso Latinoamericano sobre Cannabis Medicinal


— Nota publicada el 30 de octubre de 2017 —

Los investigadores Silvia Kochen y Darío Andrinolo, entre otros especialistas, realizaron ponencias sobre el uso de estas sustancias en distintas enfermedades.

El 24 y 25 de octubre en el espacio NH Tango Porteño, se dio la cita de científicos reconocidos en la investigación de los efectos y beneficios de los distintos cannabinoides -sustancias que se obtienen de la planta Cannabis sativa y el llamado sistema endocannabinoide: receptores en las neuronas para estas sustancias que también se generan naturalmente. El encuentro LatinoameriCANNA 17, fue la primera conferencia internacional que se realizó en la región, organizada por la Universidad Hebrea de Jerusalem, y de cuyo comité científico participa Marcelo Rubinstein, investigador superior del Consejo en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI-CONICET). También participaron de la conferencia representantes políticos y de la sociedad civil: ONG y periodistas.

En ese marco, la Dra Silvia Kochen, investigadora principal del CONICET en la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENYS, CONICET-PBA-UNAJ) y que además trabaja en los hospitales Ramos Mejía y El Cruce, disertó sobre la experiencia del cannabis medicinal en el tratamiento de pacientes con epilepsia.

Antes, hizo un repaso por la historia del cannabis medicinal en el mundo hasta llegar a su despenalización en Argentina, que sucedió en marzo de este año y se reglamentó en septiembre pasado. Se remontó al 2700 a.C., cuando desde la tradición oral ya que hablaba de los beneficios sanadores del cannabis. “En la literatura china, en escritos de los sumerios, y luego Heródoto, en el 440 a.C., se nombraba al cannabis como sanador a través de baños de vapor”, dijo. De un salto en la historia, se transportó luego a 1840, cuando se introdujo la marihuana medicinal en la medicina occidental. “En 1931 –continuó- se crea en Estados Unidos la Oficina Federal de Narcóticos, que prohibió el uso de la marihuana. En el siglo pasado, la despenalización se inicia en los 90. En 1990 se descubren los receptores cannabinoides, en 1992 el sistema endocannabinoide y en 1996, California es el primer estado que legaliza el uso del cannabis medicinal”. Ya en el siglo XXI, entre 2000 y 2017, veintinueve estados legalizan la marihuana en Estado Unidos, y en 2015, se despenaliza en Uruguay.

“En Argentina, hace dos años un grupo de madres y padres comenzó a estudiar los efectos del cannabis medicinal en el tratamiento de la epilepsia, y ellos fueron los que se acercaron con la inquietud a mi consultorio y a los de otros investigadores y médicos que se involucraron con el tema, y luego lo trasladaron a los despachos de diputados y senadores, para que se aprobara la legislación por unanimidad”, comentó. “Este camino recién empieza: la reglamentación aún es insuficiente porque deja puntos oscuros, temas como el autocultivo, pero también tiene puntos revolucionarios, como que la provisión del cannabis medicinal deberá ser gratuito y producido por laboratorios nacionales”. También se refirió al crecimiento exponencial de los papers sobre cannabis medicinal y las búsquedas en Google: “En 43 segundos aparecen 15 millones de resultados del tema”.

En otro tramo de la charla, Kochen, que representa al CONICET en el Consejo Consultivo de la flamante legislación argentina de cannabis medicinal, aclaró que hablar solo sobre aceite de cannabis como forma de suministro es una restricción injustificada, y nombró diferentes formas de usarlo: por vía oral, inhalándolo, en cremas dérmicas. Resaltó también que no existe una dosis letal de cannabis medicinal. “Estamos en la cresta de la ola del tema”.

Luego se enfocó en el uso del cannabis en epilepsia, una enfermedad que afecta a uno de cada 200 habitantes. “Tenemos veinte drogas que se utilizan para la epilepsia pero el treinta por ciento de los pacientes siguen sin tener cura”. Se remontó a la ley 25404 de 2001, que aseguró el acceso a la medicación en pacientes por epilepsia y de la cual ella fue una de sus autoras. Como tratamiento, indicó que los pacientes hoy usan cirugía, dieta cetogénica, algunos otras medicinas y el cannabis. Sobre este último, explicó que en 2016 se realizaron los primeros ensayos clínicos, y que en 2017, se realizaron los primeros ensayos dirigidos a formas de epilepsia muy severas. En una población de 120 niños, más del 43 por ciento tuvo reducción del 50 por ciento de las crisis, y menos del 5 por ciento no tuvo más crisis epilépticas.

Luego, Kochen se refirió a un trabajo suyo que está en vías de publicación: un estudio observacional abierto, en adultos con epilepsia refractaria y cannabis como tratamiento. La investigadora del CONICET reclutó a 92 pacientes, de una edad media de 28 años, incluyendo a 58 pacientes que tenían un seguimiento mínimo de 6 meses. La mitad de la muestra utilizó cannabis importado y la otra mitad, local. El primer efecto adverso observado por Kochen fue la somnolencia. “La respuesta fue una disminución del 19,5% en el tratamiento –dijo-, y siete pacientes quedaron absolutamente libres de crisis”. Mejoraron, en este sentido, el contacto con el medio, con el sueño y con el apetito. La conclusión fue que el uso de cannabis en el tratamiento de la epilepsia es promisorio: 2/3 de las crisis se vieron reducidas y siete se libraron de las crisis. “Se necesitan más ensayos randomizados para seguir caracterizando la eficacia y seguridad en el uso del cannabis”, concluyó.

Desafíos a futuro

En otra mesa, en la que se dio una conversación entre ONG, usuarios y universidades, Darío Andrinolo, investigador independiente del CONICET del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), conversó sobre los estudios que iniciaron en el tema de cannabis medicinal hace dos años en la Facultad de Ciencias Exactas, de la mano del Dr. Marcelo Morante, pionero especialista en la temática de la Facultad de Medicina de la UNLP, y de la ONG Mamá Cultiva, “entre otras fuerzas latentes que comenzaron a unirse por el tema”.

“Sacando lo legal –dijo-, vemos que hay mucho conocimiento del tema en las madres que luchan por tratamientos con cannabis para sus hijos y en cultivadores. Y ellos necesitan del respaldo para hace mejor lo que vienen haciendo: hace falta más decisión. Desde la empiria se está comprobando el efecto del cannabis medicinal para quitar el dolor y tratar diferentes enfermedades, y el sistema científico tecnológico podría abastecer al mercado a un bajísimo costo, si seguimos avanzando”.

Andrinolo concluyó en que científicamente hay solución “para hacer más eficiente y seguro lo que se está haciendo desde las ONG. Creo que deberíamos apoyarlos desde las universidades nacionales”.

Disertaciones

Además, en la apertura se contó con la presencia vía skype del descubridor de este sistema endógeno, Raphael Mechoulam, quien brindó una video-conferencia en diferido y luego contestó preguntas de los asistentes por esa vía. El Dr. Mechoulam es un referente en la investigación del uso medicinal del cannabis y uno de los investigadores del Centro Multidisciplinario de Investigación en Cannabinoides de la Universidad Hebrea de Jerusalem.

Durante la conferencia también disertaron especialistas como Esther Shohami. La profesora de la Universidad Hebrea de Jerusalem explicó el rol del cannabis medicinal para el tratamiento del trauma cerebral –que suceden en accidentes que impactan en el cerebro: automovilísticos (38%), durante la práctica de deportes (20%), de deportes extremos, durante ataques militares, caídas en la tercera edad, etc.-. En el mundo, dijo, dos millones de personas sufren algún tipo de estos traumas y su tratamiento cuesta millones de dólares: el 10 por ciento es hospitalizado, el 5 por ciento sufre una discapacidad y el 3 por ciento muere. “Los ataques cerebrales generan rupturas en las membranas que dañan las neuronas y el cerebro sufre un traumatismo, matan células y se produce un desbalance general. En esos momentos no hay terapia aplicable. Pero el cerebro, en una segunda etapa, trata de recuperarse. En esa ventana nosotros podemos ayudar a la regeneración, activando el proceso de cicatrización con endocannabinoides”, indicó.

En otro tramo de la conferencia, Rami Yaka, profesor de la misma universidad israelí, expuso otro punto de vista sobre el uso del cannabis: la biología de las adicciones. “Me siento un poco como el abogado del diablo –comenzó bromeando-, porque yo estudio adicción a las drogas, una enfermedad cerebral de alto componente genético. Así se las declaró hace dos décadas”. Explicó el proceso adictivo de la cocaína o el éxtasis relacionado con aumentos fuertes de la dopamina en el cerebro. Mencionó que en el mundo 250 millones de personas consumen drogas, y que 50 o 60 millones de ellos sufren de adicción a las mismas. “Y el cannabis es la estrella: 183 millones de personas consumen cannabis en el mundo: es la más consumida”, dijo, y diferenció el uso recreacional versus el uso médico. Indicó que “el cannabis medicinal tiene efectos beneficiosos pero se debe estar atento porque puede evocar adicción, aunque en porcentajes muy menores a los del alcohol, cocaína, heroína y tabaco. Hay que usarlo de manera precisa”, subrayó.

También, la médica uruguaya Raquel Peyraube, de la International Association for Cannabinoid Medicines de Uruguay, disertó sobre la educación y puntualmente planteó: “¿Qué necesitan y deben saber médicos y pacientes sobre el Cannabis Medicinal?”. Para responderlo, apeló a una encuesta del Monitor de Cannabis de Uruguay, a través del cual se conoció que casi el 50 por ciento de los usuarios de cannabis medicinal lo hacen automedicándose, que los médicos no tienen información disponible desde la formación, entre otras cuestiones sobresalientes. Recomendó fervientemente ir a las fuentes, y en ese sentido, adelantó que el año que viene se realizará una experiencia piloto de formación médica en cannabis medicinal en tres universidades de Argentina. “Debemos instituir la endocannabinología como especialidad médica”, apuntó.

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