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Eficiencia Energética en Escuelas de Berazategui

 

— Nota publicada el 12 de diciembre de 2022 —

Docentes y estudiantes de la Licenciatura en Gestión Ambiental de la UNAJ llevaron a cabo un proyecto de extensión con el fin de evaluar la eficiencia energética en diez escuelas de Berazategui y proponer medidas para lograr un uso más racional de la energía en el ámbito educativo. El proyecto tiene por objetivo pensar cómo usamos la energía de la mejor manera para afectar lo menos posible el ambiente.

Dirigido por Graciela Beatriz Suárez, docente de la materia Energía y Sustentabilidad de la Licenciatura en Gestión Ambiental, el equipo de trabajo incluyó la participación de siete estudiantes avanzados de la carrera. También participaron la vicedirectora del Instituto de Ciencias Sociales y Administración (y subcoordinadora de Gestión Ambiental) Mónica Casanovas, y Martín Arocas, jefe de trabajos Prácticos del Taller de Ingeniería (Instituto de Ingeniería y Agronomía).

Consumir energía es el punto final de una larga cadena, que empieza extrayendo un recurso, el petróleo, que es contaminante y que se acaba. Tenemos que usarlo lo mejor posible para que se alargue en el tiempo hasta tanto tengamos otras fuentes disponibles” explica Graciela Suarez sobre los fundamentos de esta iniciativa que, entre otras razones, eligió a las escuelas como ámbito para llevarlo adelante “por su gran poder multiplicador”. La idea es que el mensaje trascienda los muros de las escuelas y el tema llegue a los hogares.

Teniendo en cuenta que toda la cadena de producción de la energía afecta de diversas formas el medioambiente, la eficiencia energética “es una medida de sustentabilidad ambiental, que no significa dejar de usar la energía sino usarla todo lo que necesitemos, pero sólo lo que la necesitemos”, agrega la docente.

La actividad central consistió en realizar un relevamiento en las escuelas para analizar cómo era el consumo de energía en cada una de ellas. Durante las charlas con los docentes se indagó acerca del uso de equipos durante el día, a qué hora empezaban a usarse, a qué hora terminaban, si había mecanismos para apagar las luces durante la noche o cuando no se usaban, entre otras cuestiones. “Esa información sobre los modos de uso de la energía la recogimos de las charlas con los que estaban ahí: maestras, profesores y directivos”, comentó Tomás Fernández, estudiante avanzado de Gestión Ambiental.

 

 

Contamos la cantidad de luminarias, los aparatos eléctricos que se usaban, si los baños tenían fugas de agua o no. Después hicimos un trabajo de calcular cuánta energía consumía la escuela en sí”, detalló Nicolás Salguiero, otro de los estudiantes que participaron del proyecto.

Entre las escuelas relevadas hubo jardines de infantes, primarias, secundarias, un instituto de formación docente y hasta una escuela agraria. Para medir el gasto de energía se hizo un cálculo estimativo de acuerdo a las horas de uso y la potencia instalada. Uno de los problemas detectados es que las escuelas no acceden a la factura. “Antes llegaban a las escuelas y los directivos tenían que firmarlas y después las pagaba el Consejo Escolar, pero ellos las podían ver, tenían un registro. Hoy no llegan, van directo a Contaduría de la Provincia. Se paga todo junto y nadie tiene idea de lo que se consume”, explicó la directora del proyecto.

Calculando la cantidad de energía utilizada dividido por el número de alumnos se llegó al valor de kw/h por alumno, a lo que llamaron “intensidad energética de cada escuela”, que en general estuvo por arriba de lo aconsejable.

Hubo conclusiones interesantes, una de ellas es que tenemos que empezar por revisar la normativa de la Dirección de Arquitectura Escolar para cambiar algunas situaciones que llevan a que si uno quiere tener un buen hábito, como ser apagar la luz, no lo puede hacer”, agregó Suárez.

En muchas escuelas no hay teclas de encendido y apagado en las aulas, sino que las luces se prenden a través de una llave general cuando el auxiliar llega a la mañana y permanecen prendidas sin importar que haya aulas o espacios vacíos. Lo mismo sucede con las estufas, que suelen permanecer encendidas aún cuando la temperatura no lo justifica, o con el derroche del agua debido a pérdidas en las canillas que tardan demasiado en ser reparadas.

 

 

Son cambios actitudinales, como manejar bien los residuos, no tirar papeles en la calle, en el uso de la energía pasa lo mismo. Pero en muchos establecimientos están imposibilitados de actuar de otra manera porque los circuitos están armados de forma tal que sólo se pueden apagar o encender las luces desde una llave general, por ejemplo”, lamentó la docente.

Las conclusiones del proyecto fueron presentadas días atrás en un encuentro en Berazategui del que participaron representantes de las escuelas involucradas y del Municipio, y debido a la buena repercusión se decidió continuar en el 2023 “para analizar algunas posibles soluciones que identificamos, desarrollarlas desde el punto de vista de ingeniería y ponerlos en la etapa de proyecto licitable para que se puedan concretar”, celebraron desde el equipo.

Algunos resultados de los relevamientos fueron:

  • No se puede apagar la luz en cada ambiente en forma individual
  • Las luces exteriores se encuentran encendidas las 24 horas, los 365 días del año, porque no tienen sistemas de control automático (fotocélulas)
  • Las luces de zonas de paso estaban permanentemente encendidas a pesar de poseer iluminación natural
  • algunos salones no poseen la iluminación suficiente
  • Estufas encendidas a pesar que en algunas aulas la temperatura interna era superior a la deseada
  • Los ambientes poseen fugas que permiten la entrada de aire reduciendo la climatización
  • Existen problemas con el circuito eléctrico por instalaciones inadecuadas

Entre las conclusiones del estudio, se comprobó que:

  • El consumo de las escuelas es variado y va a depender en gran medida del uso que se le den a los artefactos.
  • Consumo total de las 10 Escuelas se estimó en 300.996,16 kWh/año siendo muy parejo el uso de gas y electricidad con 152.229,03 kWh/año (56,4%) y 148.767,13 kWh/año (49,4 %) respectivamente
  • Estimando un ahorro del 10% se lograría reducir unos 30.099,62 kWh. Si tomamos el consumo promedio de estos colegios (27.363,29 kWh/año) vemos la importancia que tendría implementar las medidas recomendadas ya que estas superan dicho consumo.

Además, se elaboraron una serie de recomendaciones para mejorar la situación encontrada en el relevamiento:

 

Eficiencia Energética en Escuelas de Berazategui

 

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