Foto: Sonia junto al rector Villanueva, Johel Acosta y Juan José Zuñiga-Pino, también egresados de Ingeniería de la UNAJ.
Sonia Fretes tiene 23 años y es la primera Ingeniera de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Luego de intentar sin suerte en otras universidades, Sonia llegó a la UNAJ con su título secundario de Maestra Mayor de Obras a instancias de una vecina que le avisó que existía y la acompañó a inscribirse. Cinco años después, la flamante Ingeniera Industrial preside una cooperativa de trabajo junto a compañeros de la universidad y evalúa sus opciones a futuro, que incluyen la posibilidad de trabajar en YPF luego de ser preseleccionada entre 35 aspirantes, cursar una maestría en México, o desarrollar su vocación emprendedora en la generación de proyectos de desarrollo local.
¿Cómo fueron los primeros años, cómo elegiste la UNAJ, cuáles fueron tus dudas al momento de inscribirte en la carrera?
Cuando terminé el secundario en una escuela técnica iba a continuar mis estudios en la Universidad de La Plata. Fui, me anoté, hice el curso de ingreso y noté que había un tema de distancia, un tema de gastos por viaje que no iba a poder bancarme.
Lo que más se parecía al título que había obtenido en la secundaria era la carrera de Ingeniería Industrial. Me anoté con la incertidumbre de si me gustaría o no, cómo sería el nivel. ¿Sería una buena universidad? Y sinceramente, a medida que fueron transcurriendo los años uno se da cuenta que sí, que estamos a la altura de cualquier universidad. Tuve la oportunidad de viajar a México en el 2013 en un intercambio, y ahí fue cuando me saqué las dudas y dije vale la pena. Es una universidad que además de darte el contenido técnico y teórico que uno necesita, también te forma para poder defenderte, expresarte y poder pelear contra cualquiera.
Otra diferencia que tenemos los ingenieros industriales de la UNAJ es que no sólo nos forman para formar parte de una gran organización o una empresa sino también para que nosotros mismos podamos crear nuestra fuente de trabajo. Yo en el año 2014 conformé junto a otros compañeros una cooperativa de trabajo y ya estamos trabajando con eso. Ni siquiera nos estamos molestando en buscar trabajo porque el trabajo lo generamos nosotros, y la idea es ir sumando a los compañeros que vayan egresando o que quieran trabajar. Porque sabemos que es muy difícil llevar una carrera y trabajar porque los horarios son muy rígidos en las empresas, y de esta manera podemos incluir a los compañeros que necesitan trabajar y quieren estudiar.
La necesidad de ingenieros que tiene el país hace que muchos estudiantes terminen priorizando el trabajo por sobre la carrera. Por ese motivo desde la universidad se han generando posibilidades para que los estudiantes puedan trabajar sin dejar de estudiar.
¿Cuál es el rol de los docentes para promover que ustedes generen también estos emprendimientos?
Hay un gran apoyo docente. El hecho de habernos brindado las herramientas para nosotros haber podido conformar un emprendimiento ya es un gran avance. Aparte la motivación que te transmiten clase a clase y el hecho de demostrarte con casos reales que cualquiera puede, que no importa estudiar acá o estudiar en la UBA o en cualquier otra universidad quizás un poco más reconocida por un tema de años y de tiempo de existencia. A mí el hecho de poder viajar y haber conocido una universidad de otro país me da los argumentos para poder decir que cualquiera puede desde la UNAJ generar lo que quiera si tiene las ganas de hacerlo, que las herramientas las tenemos. Y motivar a mis compañeros para que emprendan, si quieren emprender, o que se preparen para la empresa, porque para cualquiera de las dos opciones va a estar bien capacitado.
¿Cómo surgió la posibilidad de viajar a México? ¿Cuáles fueron los mecanismos para que vos pudieras viajar y tener esta experiencia de movilidad estudiantil?
Desde la Dirección de Relaciones Internacionales de la UNAJ se firmó un convenio con programa que se llama JIMA (Jóvenes de Intercambio México-Argentina), que realiza intercambios con México, Colombia y Brasil. El convenio se basaba en trasladar estudiantes de la UNAJ y recibir estudiantes de la universidad que recepciona. Yo fui sola y de México vinieron dos chicas. Dentro de la universidad abrieron una convocatoria teniendo en cuenta los estudiantes avanzados en sus carreras, el promedio y la edad. Comenzaron las entrevistas y la selección y de esa selección quedé preseleccionada para el viaje. Sinceramente no me imaginaba yo en México, de una semana a la otra fue «te vas a México seis meses». Yo estaba estudiando, estaba trabajando, estaba viviendo sola, jugaba en un equipo de handball. Era dejar todo, irme, era un desafío personal, pero me decidí a ir porque vi la posibilidad de poder crecer y poder demostrar que estando acá o afuera la capacidad para salir adelante está.
Llegué a México, me busqué un equipo de handball, me busque un trabajo, también por un tema de que uno se quiere incluir en una sociedad en la que no conoce a nadie. Esos son los puntos en los que, al menos para mí, me puedo vincular con gente con la que hablamos el mismo idioma, por lo menos jugando. Después hice amigos, el hecho de jugar allá me permitió también poder viajar, conocer lugares, estuvo bueno.
Volví promocionando todas las materias, lo que fue un orgullo tanto para mí como para la Universidad y para el Instituto (de Ingeniería y Agronomía).
¿Y a nivel profesional qué te aportó el intercambio?
A nivel profesional conocer otra metodología de enseñanza diferente a la que tenemos acá, que es teoría-práctica, enfrentarme a la tradicional que es teoría-examen. Al principio me costó mucho porque uno está acostumbrado al acompañamiento por parte del docente, por lo menos en la universidad. Por ejemplo los trabajos prácticos, te dan los ejercicios pero no tenés una devolución del docente de lo que estás realizando. Es como muy autodidacta, me adapté al cambio pero eso fue lo que más me costó.
¿Crees que el acompañamiento docente y de la institución ayuda al estudiante, más allá de la capacidad personal, en su camino por la educación superior, y a que la ingeniería sea más accesible para muchos estudiantes?
Acá contamos con varios programas como el de tutorías o el programa de tutores pares que te asignan un tutor y podés consultar, mandás un mail y en cualquier momento del día te contestan, y te dan una respuesta adecuada. Yo además de estudiante soy tutora par y estoy acompañando a los que recién están ingresando, justamente respondiendo a esto, qué dudas pueden surgir, que se vean reflejados en un estudiante que ya pasó por esa etapa y transmitiéndoles que no es imposible, que las cosas se pueden hacer, que se puede.
Esa es otra diferencia que noté con México, o con otras universidades más grandes, acá tenés nombre y apellido, allá sos un legajo, es impersonal, igual que las clases, de cien o ciento veinte estudiantes.
Tenés 23 años y sos la primera universitaria con título de tu familia…
Sí, recibida sí. Tengo un hermano mayor que intentó ingresar a una universidad tradicional y por estas cuestiones de distancias y horarios se le complicó. Intentó dos años y se dio por vencido y ahora logré que se anote en la UNAJ, en Ingeniería en Transporte, y estamos todos muy contentos por la decisión personal que tomó, porque uno puede aconsejar pero la decisión siempre es de uno. Uno de los 29 mil estudiantes de la UNAJ es mi hermano. Por suerte pude influenciar a mi familia para que sigan estudiando.
¿Cómo creés que hubiera sido tu vida si esa vecina no se hubiera acercado a decirte que había una universidad nueva en Florencio Varela?
Seguramente mi visión a futuro hubiera sido sólo contar con el título de Maestro Mayor de Obra, la tecnicatura que había obtenido del secundario, seguramente habría hacho algún que otro curso, pero uno se proyecta trabajando en un alcance corto porque obviamente una tecnicatura no te permite ir a otro país y aplicar esos conocimientos. Uno tiene la visión que te da el secundario que no es mala pero la universidad te da esa herramienta de poder ver un panorama mucho más amplio, de conocer personas que tuvieron una experiencia profesional en otros países o generar proyectos de transformación social, generar muchas cosas. Siento que un ingeniero es un foco de transformación social, no sólo personal. Nosotros lo que podemos generar es un montón, o por lo menos es a lo que estoy aspirando, transformar no sólo mi realidad sino la de muchos otros compañeros o familiares.
¿Y desde dónde te ves haciendo tu aporte para el país como profesional de la ingeniería?
Tuve la oportunidad de ser entrevistada por YPF en esta semana, pero sinceramente no sé si es mi lugar. Fui porque me llamaron, me presenté pero pensé que no iba a quedar. Quedé entre los seleccionados, eran 35 estudiantes e ingenieros y quedamos 5 aguardando otras evaluaciones. Ahora que todavía no tengo la respuesta de YPF me pongo a pensar, soy presidenta de una cooperativa de trabajo junto con mis compañeros, para poder ser nosotros nuestros propios jefes. Ese perfil profesional se contrapone con el de empleado de una empresa. Por como soy, por el perfil y las características personales que tengo no me siento cómoda en una empresa, pero voy, me presento y veo que sale. De acá a futuro me veo manejando un grupo de personas, compañeros, colegas trabajando en conjunto con ellos, generando proyectos para la región, en forma local. Me gustaría también poder dar clases en la universidad, devolverle a la universidad mucho de lo que me ha brindado. Esa es mi proyección de acá a unos años. Me dieron también la posibilidad de volver a viajar a México, a hacer un máster el año que viene y lo estoy evaluando, porque soy una sola persona y no puedo todo.