—Nota publicada el 19 de otubre de 2016—
por Julio Longa
“El campo de la salud plantea hoy una serie de debates en los cuales la universidad, como institución social, debe contribuir tanto en temáticas referidas a la gestión de los sistemas de salud como al rol social de la academia en la generación de nuevos conocimientos que atiendan a las diversas demandas sociales”, remarca Arnaldo Medina, vicerrector y director del Instituto de Ciencias de la Salud de la UNAJ, en una entrevista realizada en el marco de las Jornadas Internacionales Redes de Salud: experiencias, desafíos e innovaciones para la integración, que se desarrollarán el 3 y 4 de noviembre en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
¿Desde qué perspectiva se aborda el concepto de red en salud?
El concepto de red no es un concepto nuevo ni es exclusivo del área de salud. Es una idea que plantea distintos enfoques. Nosotros adherimos al enfoque de los vínculos. Si bien tradicionalmente -por lo menos en el área de salud- se viene planteando con aspectos que tienen que ver con las escalas económicas, con lograr mayor eficacia y mejor coordinación del sistema de atención de los servicios de salud, nosotros adherimos fuertemente a la idea de los vínculos.
Es decir, una red es un conjunto de personas, de organizaciones que están manejadas e integradas por personas; tiene que ver con los vínculos que desarrollan las personas dentro de esas organizaciones en el trabajo cotidiano.
Hoy el pensamiento y la práctica de las redes están enfocados sobre el autocuidado de los pacientes, de los usuarios de los servicios, de la comunidad. Y para esto es importantísimo su participación activa, que tienen que ver con aspectos que hacen a la educación, a adherir a los tratamientos, a disponer de la información necesaria para cuidar, para mantener, para recuperar su salud, pero también una participación activa que tiene que ver con opinar, participar en los aspectos de gobernanza de las redes.
Medina, autor del libro Estado, integración y salud: la gestión en red de un hospital y exdirector del hospital de alta complejidad El Cruce, de Florencio Varela, plantea como tema de debate hacia dentro de las redes la idea de complejidad: “Nosotros acostumbramos a identificar como alta complejidad a aquello que concentra tecnología, que concentra mayores especialistas. Pero en realidad, las redes se nutren de muchas complejidades”.
¿Y cuáles serían esos aspectos que definen la complejidad?
Hay complejidades desde lo social. Uno lo podría identificar en el primer nivel de atención. Hay que dar la batalla fundamentalmente con los hábitos que no son saludables, operar sobre la cultura para lograr que sea saludable. Trabajar sobre los determinantes de la salud. Para esto intervienen innumerables cantidad de fuerzas, las dinámicas comunitarias, hay múltiples jerarquías, distintos niveles para analizar. Entonces hay que ver muy bien desde dónde se plantea esta idea de la complejidad.
Después hay otra discusión sobre la tecnología, sobre todo cuando hablamos de tecnologías de información y comunicación. ¿Tiene que estar la tecnología exclusivamente donde hay mayor concentración de especialidades o se tiene que distribuir en toda la red? Porque más allá que hablemos de un primer nivel de atención donde la tecnología no es pesada, no es compleja, no están los resonadores, los equipos de hemodinamia, se requiere tecnología de comunicación. Estoy hablando de sistemas de información, de historias clínicas electrónicas, de sistemas para transmitir imágenes, de sistemas para poder transmitir resultados, diagnósticos.
En relación a la gobernanza en salud, ¿cuáles son los desafíos que encuentra en la actualidad?
Uno de los mayores desafíos de la gobernanza es el financiamiento ya que genera importantes incentivos para el desarrollo de las dinámicas de las redes.
Aunque existen incentivos que, por cómo funciona el sistema de financiamiento, son perversos. Por ejemplo, el sistema de coparticipación para los municipios de la provincia de Buenos Aires establece jerarquías en la atención hospitalaria, en la atención vinculada a la alta complejidad hospitalaria, y desalienta la atención primaria, las actividades preventivas. Por eso, hay que encontrar herramientas desde el financiamiento para poder compensar estos desbalances.
Yo creo que eso es un campo en el cual también tenemos que trabajar desde los ámbitos de la investigación, de la universidad, para proyectar conocimientos, analizar experiencias exitosas que evidencien buenos resultados y así modificar el financiamiento.
¿Qué rol tiene la universidad en relación a estas temáticas?
Las universidades cumplimos un rol muy importante que tiene que ver con el conocimiento y con la gestión del conocimiento que se está debatiendo con respecto a la investigación. Indudablemente tenemos que dirigirnos hacia investigaciones que incluyan, en el caso de salud, a sus sistemas, sus servicios.
Tenemos el caso de los proyectos de transferencia social, que permiten no sólo una mayor velocidad en la generación de conocimiento sino también permiten una mayor aplicabilidad y también una transmisión mucho mayor hacia las prácticas concretas en el ámbito de la gestión. Es decir, son conocimientos que operan directamente en el corazón de los cambios sociales.
Para esto debemos jugar un liderazgo importante y un rol desde la convocatoria. Por supuesto que hay distintos campos de la investigación. En el caso de los servicios de salud, también requiere un enfoque particular hacia las redes, analizar cómo se vinculan y cómo operan.
También avanzar sobre la complejidad social en el desarrollo de estos servicios, las jerarquías que existen, como por ejemplo, el poder sobre cómo opera, cómo se distribuye. Analizar las dificultades que existen para llevar adelante cambios que desde lo teórico pueden ser muy buenos, pero después, cuando esas propuestas operan en el medio de los distintos poderes, los status quo existentes, los equilibrios que ya están determinados en el accionar cotidiano de los servicios, entonces esas transformaciones no pueden llevarse adelante. Por lo tanto es muy importante generar conocimiento sobre esas dinámicas.
¿Qué importancia tienen para la universidad y la comunidad estas jornadas de salud que se desarrollarán en noviembre?
Estas Jornadas de redes de salud tienen importancia en el marco de un trabajo existente. La universidad en el Instituto de Ciencias de la Salud tiene un programa de Redes y Servicios de Salud, también un Programa de Investigación de Salud Comunitaria, un Programa de Investigación vinculado a la comunicación. En este trabajo, que se viene dando desde hace algún tiempo, tuvimos la oportunidad de acceder a una convocatoria del CIN y también estuvo evaluado por el CONICET sobre proyectos de transferencia social.
Esta jornada es muy importante en el marco de ese proyecto de transferencia social porque participan muchos actores, Secretarías de Salud, organizaciones de la comunidad – como por ejemplo, Asociación de Diabéticos y otras asociaciones-, distintos organismos del Estado, como el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, distintas universidades. Todo estos organismos y actores permiten que se genere un conocimiento desde la propia experiencia, distintas visiones, ópticas, y también nutrirnos de experiencias que vienen de otros países, de Brasil, de Uruguay, de otros lugares de nuestra patria, como por ejemplo de Misiones, Neuquén, Rosario, distintos lugares que ya tienen una trayectoria en redes.