Por Lic. Marcelo kowalczuk, docente Carrera de Trabajo Social UNAJ
En el año 1988 el Dr Antonio Cafiero era gobernador de la Provincia de Buenos Aires y el Dr Floreal Ferrara ministro de salud, una de las principales iniciativas del flamante gobierno fue implementar el Programa ATAMDOS (atención ambulatoria y domiciliaria de la salud), que en el caso de Florencio Varela se desarrolló en dos centros de salud: Villa Hudson y Villa Argentina, en ese momento el secretario de salud de la municipalidad era el Dr. Vicente Ierace.
El programa integraba en el centro de salud a un equipo interdisciplinario (médicos, psicólogo, psiquiatra, trabajador social, odontólogo, enfermeras, administrativos), desde una mirada fundada en el sanitarismo social de Ramón Carrillo y en la estrategia de atención primaria de la salud, se propuso instituir un nuevo modelo de atención y un dispositivo institucional que incorpore a los actores comunitarios en la toma de decisiones de la política sanitaria.
Para ello una de las primeras tareas que realizamos como equipo fue realizar un censo comunitario, para confeccionar una historia clínica familiar de todas las familias del barrio y también conocer y entablar relación con los actores sociales del lugar. En este proceso de inserción territorial, se conforman dos espacios de participación popular en el centro de salud: el consejo de administración, formado por los actores sociales y la asamblea de salud, ámbito donde todos los vecinos participan en la toma de decisiones referidas al funcionamiento del centro de salud y a los proyectos a realizar para mejorar la salud de la población.
Las políticas públicas no son solo un conjunto de bienes y servicios que brinda el estado para satisfacer/resolver necesidades y problemas de la población, las políticas públicas también proveen sentido, construyen un imaginario social en la población y en los agentes del estado. En esta dirección, el programa instituyo un conjunto de significaciones ligadas a los derechos humanos, la justicia social y la emancipación nacional, principios orientadores de una práctica sanitaria emancipadora, en la resolución del proceso salud-enfermedad.
La práctica del servicio de salud puede apuntar solo a la asistencia de la enfermedad o la carencia o a promover el protagonismo del sujeto en la intervención sobre las condiciones materiales y simbólicas que producen esa enfermedad.
En estos tiempos de vaciamiento material y simbólico del estado y sus instituciones, el desafío para los agentes del estado es reconstruir el sentido, repensar el “para que estamos” en el centro de salud, el programa ATAMDOS, 30 años después, es una referencia importante para instituir una nueva subjetividad en los agentes que nos permita seguir teniendo sueños de transformación. El trabajo con la comunidad, la escucha, el construir proyectos colectivos, nos da fuerza y perspectiva en estos duros momentos que como pueblo estamos transitando.