Por Dislayne González, Doctora en Psicología, Universidad de Sancti Spiritus, Cuba
El mundo se encuentra hoy en batalla contra el COVID-19, lo que ha motivado a un grupo de especialistas a unir todas sus fuerzas, recursos y herramientas para que el bienestar de nuestra población se mantenga equilibrado aun cuando estemos ante una pandemia que nos infunde miedo, pánico, zozobra, angustia y un sin número de emociones negativas que hoy no quisiéramos estar experimentando. El bienestar de las personas, ante este fenómeno justifica la relevancia de construir una red de apoyo social ante las medidas de aislamiento que regulan nuestras vidas para detener este virus.
Durante nuestra infancia, descubrimos que el medio social regula nuestra forma de conducirnos y comportarnos. De ese medio nos viene dada la eficacia que mostramos en las relaciones interpersonales. Mostramos la necesidad de comunicarnos, de tener personas en las que sostenernos y apoyarnos, de sentirnos queridos, amados, felices y vivos. En definitiva, necesitamos sentirnos integrados en una red social de relaciones desde la cual recibir y dar apoyo social, porque en función de este, se determinará nuestro bienestar. Hoy esa red de apoyo ha cambiado los espacios y las cercanías físicas hacia nuestras casas, nuestras familias, el uso de la tecnología, del teléfono o quién sabe si hasta la correspondencia postal. Pero no por eso deja de ser red de apoyo y totalmente eficiente para los tiempos actuales donde el ambiente social ha sido reconocido como un complejo sistema estructural, funcional, interpersonal y psicológico con propiedades adaptativas y de ajuste frente a determinadas situaciones.
Disimiles son los conceptos que sobre red de apoyo social o apoyo social se abordan en la literatura desde que John Barnes en los cincuenta y John Bowly en la década de los sesenta lo conceptualizaran, aunque desde esta década, el concepto de redes de apoyo social, específicamente en el año 1954 estuvo relacionado en mayor medida con las organizaciones o empresas y ligados a la política. En cambio, el apoyo social surge como una respuesta contraria para explicar el apego social, de los niños hacia las madres. Como se observa, apoyo social centra su finalidad hacia el efecto protector que ejerciera el apego.
Ya a partir de la década del dos mil, diversos son los estudios publicados alrededor de este concepto, tal es el caso de los autores Aranda, Pando, Flores y García (2001) en el que parten de las conceptualizaciones de Cassel (1976), viéndolo como un proceso transaccional entre las personas y coinciden en que el apoyo social es una variable imprescindible en el análisis del proceso apoyo social/redes de apoyo y salud-enfermedad, agregando lo que por su parte Cobb (1976) define por red social, como la instancia mediadora en la que se brinda apoyo social de tipo emocional e informacional, para explicar tal relación.
Siguiendo la lógica del porqué surge esta reflexión, centremos la mirada en aspectos importantes de este proceso. El primero, transaccional entre las personas. Desde el punto de vista económico, financiero y de comercio, este término es una operación de compra y venta, para las ciencias penales es un acto jurídico bilateral, para la informática una interacción con una estructura de datos compleja y para la psicología es un intercambio de estímulos y respuestas ante una situación determinada. El segundo, el hecho de concebirla como imprescindible para el apoyo social en el proceso de salud enfermedad. Aquí quisiera destacar, que lo percibo como una variable con múltiples dimensiones e indicadores, si la visualizamos dentro de la metodología de la investigación, pero que sobrepasa el proceso de salud-enfermedad. El tercero, el hecho de destacar que las redes de apoyo social son mediadoras de las emociones y la información.
Estas tres variables que integran este proceso son el engranaje de la realidad mundial hoy ante esta pandemia que se transmite de persona a persona, ante un estímulo, el coronavirus y que nos hace sentir diferentes emociones, realizar comportamientos que no creíamos posibles (desde la duda, el miedo, el agobio, la angustia, la ansiedad, la hipocondría, la culpabilidad, la poca o casi nula percepción del riesgo entre otros) y sentimientos en sentido general que la acompañan, ya seamos portadores o no. Hoy esa red de apoyo está nucleada por el proceso salutogénico y al mismo tiempo brinda información. De eso se trata apoyar, estar para el otro, compartir la información acertada, creíble, veraz y sin ánimos de infundir pánico a la población, de experimentar en el acompañamiento lo que otros sienten y decidir estar para ellos. Desde mi modesto punto de vista casi que forma parte de un deber cívico y ciudadano ayudar a otros en estos tiempos de globalización neoliberal. Es cierto que nos acompaña por estos días algo inimaginable que ha infectado más de dos millones de personas en el mundo, pero si lo pensamos bien, es el deber ser en estos tiempos de intempestivos cambios en las realidades latinoamericanas, es sencillamente adaptarnos ante esta nueva realidad.
En este proceso adaptativo nos encontramos ante esta pandemia mundial. Resulta difícil mantener el aislamiento social, sobre todo sí el compartir y juntarse son elementos culturales distintivos de los cubanos y de los latinoamericanos en sentido general. Pero estar aislado hoy es la garantía, la seguridad, la responsabilidad de estar vivos. Estar vivos significa que experimentaremos todas esas emociones negativas, imposibles de evadir ante un enemigo mortal, pero al mismo tiempo nos da la vía, la estrategia, la forma de solución de mantenernos a salvo ante la enfermedad. Estar aislados socialmente en época de coronavirus no nos hace sentir solos, al contrario. Todos necesitamos de la ayuda y cooperación de todos. Sí, no se extrañe, desde casa podemos ayudar todos porque somos esa gran red de apoyo social que nuestros países necesitan. Usted puede ser el enlace entre un anciano solo y su hijo que vive fuera del país, o entre una familia que tiene a un colaborador de la salud prestando servicios en Lombardía, España, China, Estados Unidos de América o en tantos otros países afectados, o el mensajero del amor, la fe, la esperanza y el reconocimiento para todo el personal de salud que recibe un fuerte aplauso a las 9 de la noche desde nuestras casas, y es que somos una gran red que tiene que ser transmisora de la responsabilidad ciudadana y del conocimiento que de la enfermedad se tenga.
Sobre el conocimiento también es necesario que reflexionemos. Sobre todo, si usted es un miembro activo que da apoyo social desde una red a todos los ciudadanos que lo necesitan. El conocimiento y como se accede a él ha sido uno de los grandes temas de la filosofía de todos los tiempos, que dieron paso ante esta pregunta a otras ciencias en particular. ¿Qué es el conocimiento?, ¿Cuál es la relación cognoscitiva entre el hombre y las cosas que lo rodean? Estas y otras han sido preocupaciones de la humanidad desde tiempos insospechados.
Conocer sobre determinado fenómeno es un proceso a través de cual un individuo conoce la realidad y esta se refleja en la mente humana en forma de representaciones, que, desde su realidad, no hay dudas de su veracidad. Además, el conocimiento puede ser entendido de diversasformas: como una contemplación porque conocer es ver; como una asimilación porque es nutrirse y como una creación porque conocer es engendrar (Martínez y Ríos, 2006).
En tiempos de coronavirus es esencial adquirir conocimiento real de la enfermedad. Se preguntarán porque el énfasis en que este sea veraz. Esto está dado porque las actualizaciones que sobre la enfermedad conocemos se transmiten por múltiples medios de comunicación social o canales de información tecnológicos. Como también es conocido, los medios de comunicación siempre han respondido a determinado sector poblacional, en dependencia de las políticas sociales y administrativas de los países y de sus gobernantes en general. De allí la importancia de que el conocimiento que poseo sobre la enfermedad sea auténtico, que lejos de desinformar a esa persona, a ese individuo que me necesita, con esta información sea capaz de transmitir paz, seguridad, serenidad, tranquilidad ante la posibilidad de infección mortal y sobre todo transmitir conocimiento contrastable. Porque como se analizaba anteriormente, las redes de apoyo social son también transmisoras de información.
Alertamos también sobre el exceso o saturación de información. Sobre todo, cuando se tiene mayor posibilidad de acceso a las redes de la información. Cuando nos saturamos de múltiple contenido informacional nuestra reacción ante un virus, que surge en China, que es transmitida por un murciélago y que es mortal, las primeras informaciones se comienzan a convertir en un primer momento de acceso de tener conocimiento sobre la misma en pánico, terror, manifestaciones psicosomáticas ante estrés agudo, reacciones de pánico con angustia y el aislamiento social convertirlo en claustrofobia o fobia social.
Esto sucede porque de un lado, nuestro organismo se prepara psicológicamente para una respuesta a un agente estresor. Si esto ya se sostiene por un término de tiempo que supera el mes, comienzan entonces otras manifestaciones conductuales alrededor de este agente estresor, ya descritas con anterioridad. Por otro lado, no debemos descuidar los mensajes que estos medios o canales de información y conocimiento transmiten, ese mensaje subliminal que de seguro ha llevado a no pocos a plantearse el hecho de que, cómo una potencia como lo es Estados Unidos de América tenga estadísticas tan alarmantes y nosotros, países pobres de Latinoamérica, saldremos de esta gran crisis mundial con menos consecuencias, aparentemente.
Muchos de los mensajes que estos medios de comunicación e información producen sobre el coronavirus son transmitidos de manera “oculta”, donde subliminalmente el uso de estas técnicas y recursos han logrado manipular la conducta humana en niveles sorprendentemente elevados, y lo que es peor, las personas no poseen consciencia de estar siendo manipuladas por dichos mensajes. De esto se deriva la baja percepción de riesgo a enfermar que tiene la población latina en general, o el hecho de que en algunos países sean atacados los murciélagos y no en pensar que los animales son portadores del virus, pero quienes interactuamos con ellos somos los hombres. O pensar en atacar a países que ayudan o se solidarizan con otros para desvirtuar la atención sobre ese gigante americano que hoy pierde a miles de ciudadanos que en su gran mayoría son latinos nacionalizados o residentes.
Para ti, para ellos, para todos que se toman parte de su tiempo en leer estas líneas, confíen en vuestro sistema de salud, en el caso de los cubanos, confiemos en la seguridad de nuestro sistema, tengamos confianza en quienes nos dirigen y en las distintas estrategias tomadas para nuestro escenario, sí el nuestro. No el de otro país, porque Cuba, Argentina, Ecuador, y otros países de América tienen sus propias políticas. Nuestra amada Cuba, que desde aquí escribo estas líneas, siempre se ha distinguido del resto de las naciones sí en todo lo que de prevención y promoción de salud se trate. Todos los que queremos el bienestar, la salud, la paz y la tranquilidad personal, de nuestros hijos, de la familia toda que es la propia y la de los cubanos que es el sentir de Latinoamérica, debemos conformar una red de apoyo social desde casa, uniéndonos para juntos vencer la situación en la que nos encontramos, no siendo aliados del pánico, del miedo, de la rabia o la ira, porque eso no nos ayuda ni ayuda a los que dependen de nosotros, sumémonos a esta responsabilidad que tenemos todos de ayudar y apoyar, yo desde la isla más linda que ojos humanos han visto, Cuba, les digo: ¡QUÉDATE EN CASA!!!!!!!!