Por Iciar Recalde, docente UNAJ
La situación de la Argentina es dramática. Creemos que el mayor desafío que deberá afrontar el movimiento nacional en su conjunto tras la pandemia actual no radicará meramente en nuestros deseos de que se administre el interés nacional desde un Estado destruido ex profeso, sino en impulsar y conducir políticamente un proceso urgente y necesario de Unidad para la Reconstrucción Nacional con el objeto de consolidar una agenda de políticas económicas, sociales, culturales y sanitarias prioritarias que sirvan para enfrentar los grandes problemas nacionales que vienen siendo permanentes y estructurales en nuestro país.
Hay que decirlo: difícilmente tenga destino una Argentina proveedora de materias primas sin elaborar y consumidora de productos y tecnologías extranjeras. Con un poco de memoria histórica sabemos que ese Modelo de Desarrollo conlleva beneficio para pocos y empobrecimiento para millones. Sumado al raquitismo económico del país que implica seguir gobernando con la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz y con el patrimonio nacional que fuera transferido a sectores privados, preferentemente a empresas de la Commonwealth, durante los años noventa: poder energético (Gas del Estado, YPF, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Agua y Energía Eléctrica, Hidronor, Segba, Comisión Nacional de Energía Atómica), poder financiero (Casa de la Moneda, Caja Nacional de Ahorro y Seguro, Banco Central de la República Argentina), medios de transporte (Empresa líneas Marítimas Argentinas, Ferrocarriles Argentinos, Subterráneos de Buenos Aires, Dirección Nacional de Vialidad, Administración General de Puertos, Talleres Navales Dársena Norte, Aerolíneas Argentinas), medios de comunicación (Empresa Nacional de teléfonos del Estado, Empresa Nacional de Correos y Telégrafos, LS 84 TV canal 11, LS 85 TV canal 13, LR 3 Radio Belgrano, LR 5 Radio Excélsior y todos los medios de comunicación administrados por el Estado), materias primas (suspensión de la Junta Nacional de Carnes, privatización de la Junta Nacional de Granos, Unidades de Campaña silos de almacenamiento de granos y elevadores de granos, Terminales portuarias), servicios públicos (Obras Sanitarias de la Nación) y empresas extractivas, de manufacturas y de servicios. Todo lo que alguna vez fuera patrimonio de los argentinos, engordando las arcas del globalismo depredador guiado por el interés del Dios dinero, tal como acertadamente denuncia su Santidad Francisco.
Si toda crisis implica también una posibilidad y si seguimos creyendo como enseñó Juan Perón que: “Nadie puede gobernar sin el concurso Organizado del Pueblo”, el enorme desafío que tiene el gobierno nacional y que tenemos asimismo las organizaciones libres del pueblo y las instituciones que, como la Universidad, deben servir al país, se resuelve menos por la mera gestión administrativa del Estado, y más por la conducción política capaz de consolidar un Proyecto Nacional y de construir el suficiente poder nacional que permita encarar al mediano plazo las reformas estructurales con rumbo nacional que el país demanda.
Poder nacional que deberá afianzarse en el camino que se viene trazando estos días tras la convocatoria a instituciones y organizaciones libres del pueblo que, a pesar de los retrocesos sufridos por los embates del liberalismo, cuando se las llama invocando el nosotros sobre el yo del individualismo, están dispuestas a ponerse la Patria al hombro: el movimiento obrero organizado prestando sus hoteles, la Iglesia con presencia en las barriadas populares, las Fuerzas Armadas al servicio de la comunidad, las Universidades armando brigadas o fabricando barbijos, las escuelas sosteniendo los comedores, los trabajadores de la salud, recolectores, productores de alimentos sacrificando su propia salud en aras del bien común.
Fuerzas vivas de la Argentina aunadas en el esfuerzo que exige como condición fundamental-y aquí reside el mayor desafío- que pasada la pandemia, deberán reforzar su identidad en el marco de un programa de gobierno que además de convocarlas en tiempos de crisis, las contenga y les devuelva el protagonismo de ser representativas de la única clase de personas que reconoce el peronismo: las que trabajan. Oportunidad crucial de diseñar un auténtico y genuino acuerdo del que sean partícipes porque son las que realmente sostienen la Nación, teniendo en cuenta que: “El tránsito del yo al nosotros no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en función colectiva.” (Juan Perón)
Las cartas están echadas: no habrá Reconstrucción Nacional sin la consolidación de la comunidad organizada. No habrá comunidad nacional sin la restauración del frente nacional con protagonismo de las organizaciones libres del pueblo que permita diseñar una política nacional independiente y en esta batalla, la fe, la conciencia nacional, la solidaridad, el compromiso colectivo y la entrega de los que sacrifican hasta su vida por los demás, vuelven a ser como lo fueron siempre para nosotros, los valores y las conductas fundamentales.
Que el “nosotros” que da sentido al “yo”, la solidaridad de los argentinos que reaparece para los miles que sufren, la soberbia que comienza a ceder en aquellos que se pretendían blindados para cualquier mal por el poder del dinero, nos permita ganar la batalla actual y prepararnos colectivamente en unidad y organización para las que vienen.